10 de junio de 2022
Diego, Isabel y Miguel
Dificultad: Media (desprendimiento de tierras)
Distancia: 5 km.
Desnivel: 350 m.
Desde el aparcamiento del Salto de Roldan retroceder unos 200 m hasta encontrar por la izquierda la senda. Bajamos rápidamente por esta estrecha senda medio invadida por los matorrales. Nos llevamos unos cuantos arañazos, y nos pasaron un par de ciclistas que apenas cabían por la senda. Paso a paso vamos descubriendo la Peña San Miguel y luego por la derecha aparece Peña Amán.
Cuando llevamos como 1,6 km pateando llegamos a una bifurcación. El año pasado seguimos recto y bajamos hasta el río, pero no era por allí. Así que esta vez tomaremos este desvío en el que unas ramas intentan disuadir al caminante, y por el que nos iremos acercando en ligero ascenso, hasta las paredes de la Peña San Miguel. Aquí la senda discurre pegada a la pared, donde vimos a dos cabras, que nos observaron atentamente mientras pasábamos por debajo suyo.
La vegetación despista un poco la senda que volvemos a tomar justo donde entra en los matorrales. Con breves subidas y bajadas vamos adentrándonos en el desfiladero. Vemos al fondo, como unos 100 m más abajo las aguas del Flúmen. Llegamos al único punto de dificultad, donde hay un desprendimiento en una ladera inclinada con caída al barranco. Con mucho cuidado llegamos al otro lado y cuando pensábamos que ya íbamos a bajar al lecho del barranco, la senda se vuelve a meter entre la vegetación y remonta unos pocos metros. Los cuales volvemos a descender y unos pocos más, ahora sí para llegar al lecho del barranco, donde dos rocas enormes se tocan formando un puente natural.
Nos cambiamos el calzado y toca remojarse, porque el camino ahora es el río. Esta mañana nos dijo el guarda forestal que el agua llegaba hasta más arriba de la rodilla. Comienza un estrecho de unos cuatro metros de ancho y cien de largo formado por la izquierda con las verticales paredes de la Peña del Fraile y por la derecha con las de la Peña Amán.
Pasado este tramo aparece la senda en la orilla derecha. Diego y yo seguimos por el cauce, aunque tenemos que dar la mochila a Isabel y que nos siga por la senda, ya que empieza a cubrir, y hay varias pozas donde hay que nadar. Poco más adelante apareció Isabel por detrás de una gran piedra, no sé como bajó por ahí con las dos mochilas, porque cuando salimos del río y subimos por allí, casi no pasamos. En ese punto la senda trepa por la pared un par de metros. Como era una zona desconocida, cuando la superamos nos detuvimos a almorzar y nos volvimos a calzar las zapatillas. Según los mapas hay algo como un puente más adelante. Así que seguimos la senda que discurre pegada al cauce hasta encontrar unas piedras que hacen de pasarelas. Cruzamos y empezamos a ascender bajo el bosque unos metros hasta encontrar la señal que tan ansiadamente buscábamos. El indicador de Peña Amán y el de retorno al parquin de donde habíamos salido. La subida tiene un desnivel de 300 m que tienen como referencia la Peña del Fraile. No es mucho, pero hacía mucho calor y sufrimos bastante. Abajo hay una fuente, pero escasamente salía agua.